Con la reciente llegada del Rover Perseverance a Marte, hay varias preguntas que en la Tierra nos hacemos como: ¿Por qué tenemos esperanzas en encontrar vida en otros planetas? ¿Qué nos genera tanta certeza de que la podremos encontrar? Bueno, esas esperanzas están fundamentadas si volteamos la mirada a nuestra propia existencia.

Hace aproximadamente 5,000 millones de años se formó la Tierra, pero las condiciones posteriores a su nacimiento fueron muy diferentes, por no decir particulares, pues como bien sabemos, la Tierra fue constantemente azotada de manera incesante por meteoros cargados de elementos que no existían originalmente en nuestro planeta, los cuales fueron creados en los hornos primitivos de las estrellas nacientes del Big Bang, donde los primeros elementos fueron creados, como el Hidrógeno, Helio, Litio, Berilio, Boro y especialmente el Carbono.

¿Por qué este elemento es tan importante? Actualmente tenemos la tecnología y el conocimiento necesario para desentrañar los misterios de las moléculas que nos conforman a todos los seres vivos y sorprendentemente un elemento es el más abundante, el Carbono. Gracias a la existencia de este la vida pudo nacer, pero no es el único, pues el Hidrógeno, Oxígeno, Nitrógeno, Fósforo y Azufre también juegan un rol realmente importante en el surgimiento de la vida en la Tierra, entre otros elementos de la tabla periódica que si bien tienen papeles importantes (como el Hierro, el Sodio y el Potasio), no fueron tan importantes en los albores de la vida tal como la conocemos, pero eventualmente tendrán su protagónico en la puesta en escena de la historia de los seres vivos. Siguiendo con el surgimiento de la vida en la Tierra, ya hemos notado cómo el material procedente de las estrellas nos ha brindado los “tabiques” para crear vida, pero es necesario algo más que solo eso para poder crear los diferentes reinos de seres vivos que actualmente habitan la Tierra, así que debemos ver qué más contribuyó. 

Elementos componentes para la vida.
(Créditos: divulgando-ciencia.blog)

El ambiente terrestre era más hostil en sus inicios, no existía una atmósfera protectora, el ambiente no era oxidante, por el contrario, era reductor, principalmente por la abundante presencia del gas metano (CH4), vapor de agua (H2O), amoniaco (NH3) y ácido cianhídrico (HCN), además de que toda la energía procedente del espacio y de nuestra estrella más cercana (radiación ultravioleta), golpeaban directamente la superficie terrestre de diferentes formas gracias a que no existía la capa de ozono debido a que el oxígeno disponible no era tan abundante como ahora. También la presencia del Torio y el Uranio, así como el vulcanismo elevaron la temperatura del planeta. Aunado a todo esto, la actividad eléctrica y la radioactividad calentaron la Tierra durante millones de años, pero eventualmente la temperatura descendió, lo cual permitió el nacimiento de las lluvias, las cuales se formaron cuando el vapor del agua en la atmósfera se condensó y precipitó torrencialmente sobre la superficie terrestre, dando lugar a los vastos cúmulos de agua que hoy llamamos “océanos”.

La conjunción de todos estos factores brindó no solamente la energía necesaria para llevar a cabo las primeras reacciones químicas, sino que también otorgaron el lugar idóneo para que las mismas se llevaran a cabo. Las primeras moléculas interactuaron entre sí, dando lugar a una gran serie de reacciones químicas donde los productos de estas fueron las cuatro macromoléculas que conformaron a los primeros seres vivos y actualmente lo siguen siendo: ácidos grasos, proteínas, carbohidratos y un caso especial, el RNA/DNA.

Macromoléculas que conformaron a los primeros seres vivos.
(Créditos: Amoeba Sisters)

Con la aparición de las macromoléculas y sus interacciones entre ellas, surgieron las primeras membranas celulares, las primeras enzimas, de quienes se especula, tenían la capacidad de realizar toda la gama de reacciones químicas conocidas de manera tan eficiente, siendo limitadas únicamente por las leyes de la termodinámica. Así mismo, los primeros organelos surgieron, pero solo la unión de todos estos elementos daría lugar a los primeros seres vivos, las células. Estas, como bien sabemos, tienen la capacidad de utilizar los nutrientes de su entorno marino para llevar a cabo sus funciones vitales, para lo cual llevan a cabo  varias transformaciones bioquímicas a los mismos para que puedan ser utilizados por estos primitivos seres vivos. Además de eso, no todo lo modificado se aprovecha, pues hay residuos en las reacciones que es imposible volver a emplear ya sea en los pasos siguientes de la cadena o para su utilización directa en algún proceso metabólico o fisiológico distinto, por lo cual, se debe eliminar, de una forma u otra, pues su acumulación resultaría mortal para el organismo vivo. Estos desechos metabólicos, así como de sus precursores modificados bioquímicamente, en su mayoría solo los seres vivos podemos producirlos, como el glucógeno, este es un carbohidrato muy largo, utilizado para almacenar energía en el hígado o el ácido láctico o el etanol, los cuales solo son producidos por seres vivos al realizar la respiración celular, por lo cual, es posible hallar metabolitos similares que logren sobrevivir al paso del tiempo en otros planetas y de esa forma, saber que pudo haber vida.

Hasta donde tenemos entendido, los seres vivos como los conocemos pudieron desarrollarse gracias a la presencia de agua en nuestro planeta (entre otros factores), lo cual nos hace preguntarnos ¿de verdad somos los únicos seres vivos en la vastedad del Universo? No lo sabemos con certeza, pero si la vida pudo surgir en la Tierra, otros planetas con las condiciones suficientes para permitir a la vida surgir, podrían albergar otras formas de vida que compartan nuestro metabolismo o ser incluso completamente diferentes, como algunas bacterias extremófilas que viven en los lechos marinos, cerca de grandes “chimeneas marinas”, que se alimentan de compuestos sulfurados para obtener su energía y llevar a cabo su metabolismo. Por lo cual, la posibilidad de hallar vida o sus indicios en ambientes hostiles de los rincones más recónditos del espacio, no suenan tan descabellados después de todo, la vida se adapta a las condiciones que se le presenten.

Hasta donde tenemos entendido, los seres vivos como los conocemos pudieron desarrollarse gracias a la presencia de agua en nuestro planeta (entre otros factores), lo cual nos hace preguntarnos ¿de verdad somos los únicos seres vivos en la vastedad del Universo? No lo sabemos con certeza, pero si la vida pudo surgir en la Tierra, otros planetas con las condiciones suficientes para permitir a la vida surgir, podrían albergar otras formas de vida que compartan nuestro metabolismo o ser incluso completamente diferentes, como algunas bacterias extremófilas que viven en los lechos marinos, cerca de grandes “chimeneas marinas”, que se alimentan de compuestos sulfurados para obtener su energía y llevar a cabo su metabolismo. Por lo cual, la posibilidad de hallar vida o sus indicios en ambientes hostiles de los rincones más recónditos del espacio, no suenan tan descabellados después de todo, la vida se adapta a las condiciones que se le presenten.

Instrumentos científicos de Perseverance.
(Créditos: NASA)

Y respondiendo a nuestros cuestionamientos iniciales, ¿Cómo es que la humanidad (más específicamente la NASA), planea buscar vida o sus indicios en nuestro vecino rojo? Pues, el Rover Perseverance está equipado con tecnología de lo más innovadora, no solo en el ámbito ingenieril, sino también para realizar investigaciones en el planeta, como lo es PIXL (Planetary Instrument for X-ray Lithochemistry), el cual puede analizar la composición del suelo marciano para determinar si en algún momento hubo vida microscópica, esto porque su presencia altera algunas características particulares que solo se pueden medir gracias a los Rayos X que emite, buscando estas “huellas” que la vida deja para rastrearlas y orientar las próximas investigaciones. Además el RIMFAX (Radar Imager for Mars’ Subsurface Experiment) ayuda, este aditamento del Perseverance utiliza ondas sonoras para “observar” lo que hay debajo de él, para desenterrar el pasado humano, una herramienta útil para saber lo que hay debajo de nosotros en la Tierra, se utiliza por primera vez fuera del planeta, buscando hallar agua congelada, este radar tiene la capacidad de penetrar el suelo marciano unos 10 metros aproximadamente en busca de lo que puede ser una señal de vida, específicamente en el agua congelada, aunado a esto, los estudios de las señales de vida antigua con ayuda de PIXL, el cual puede encontrar estas señales en un pedazo de tierra tan pequeño como un grano de sal. ¿Recuerdan que antes hablamos de los elementos fundamentales para la vida y de sus compuestos derivados? Pues en la actualidad, SHERLOC (Scanning Habitable Environments with Raman & Luminescence for Organics & Chemicals), junto con WATSON, investigan la superficie de Marte en busca de algún indicio bioquímico de dichos compuestos; este proyecto no sólo pretende hacer un inmediato análisis de los hallazgos en el planeta rojo, sino también recolectar las muestras para su posterior análisis al volver a la Tierra. Los datos obtenidos servirán para ahondar en el pasado de nuestro vecino cósmico, así como para dirigir mejor las posteriores expediciones, pero lo más importante, es que estaremos aún más cerca de responder a la interrogante de si la vida puede darse así en la Tierra, como en el espacio.

Escrito por: Emilio Maya Jaimes
Foto de portada: Rover Perseverance

Referencias