Cuando pensamos en meteoros por lo general tenemos la imagen de un cuerpo de fuego que cae de los cielos y trae con sigo nada más que rocas y destrucción. Sin embargo, pocas veces nos ponemos a pensar que estos mismos cuerpos pueden causar eventos como lluvia de estrellas o estrellas fugaces. Eventos tales que han llegado a ser una fuente de maravilla, curiosidad e inspiración para la humanidad a lo largo de la historia. Aunque es cierto que los meteoros pueden llegar a causar mucho daño, tal como el caso de los dinosaurios, ahora tenemos el conocimiento suficiente del espacio para saber que tan probable es un impacto así. Es más, puede llegar a ser fascinante estudiar de dónde provienen los meteoros.

Empecemos recordando que un meteoro es un cuerpo de piedra o metal proveniente del espacio que entra en contacto con la atmósfera terrestre. Debido a la fricción que el meteoro tiene en la atmósfera, éste libera luz, calor y es fragmentado. En caso de ser menor a los 10 metros, es pulverizado al grado que solo se ve una luz cruzando el cielo. De lo contrario, fragmentos grandes son capaces de llegar a la corteza terrestre. Son a estos fragmentos a los que se les llama meteoritos. No olvidemos también, que cualquier objeto en el espacio que pueda convertirse en meteoro lo llamamos meteoroide. De manera más general, a cualquier cuerpo de menor tamaño a un planeta que orbite el sol se le llama asteroide.

Podemos ver que el tamaño es clave para determinar la capacidad destructiva de los meteoros. Aquellos que tengan un tamaño menor a 10 metros son pulverizados pero pueden emitir luz en el cielo. Cuando la Tierra se encuentra con solo uno de estos cuerpos, se logra observar un trazo luminoso en el cielo que llamamos estrella fugaz. En otras ocasiones, la Tierra cruza una región que contiene una gran cantidad de meteoroides de tamaño menor a 10 metros. Como consecuencia, unos de estos chocan con la atmósfera creando múltiples trazos de luz en el cielo. A este evento se le llama lluvia de estrellas o de meteoros.

Las regiones llenas de pequeños objetos son creadas por cometas que sufren de fragmentación debido al calor del sol y posteriormente crean una estela de remanentes en una órbita definida. Por lo tanto, podemos saber en qué momento del año vamos a volver a cruzar una región con lluvia de estrellas.

En este gráfico se muestra la ubicación de los meteoros que fueron calcinados en la atmósfera entre los años de 1994 y 2013. El tamaño del círculo indica la energía que tenía el meteoro y el color separa a los que cayeron de día o noche. (Créditos: NASA)

Tamaños mayores a 10 metros ya son capaces de causar daño. Por ejemplo, el meteoro que cayó el 18 de febrero de 2013 en Chelyabinsk, Rusia, tenía aproximadamente 17 metros de diámetro. En realidad, el meteorito cayó en el lago de una ciudad cercana llamada Chebarkul, pero fue en Chelyabinsk donde se logró presenciar la máxima intensidad luminosa en el cielo, proveniente de la bola de fuego. Afortunadamente no se reportaron lesiones mayores a quemaduras por luz UV y cortadas por vidrios rotos.

La llegada del meteoro de Chelyabinsk ocurrió cuando los astrónomos estaban esperando un asteroide de 30 m llamado “367943 Duende”. Ambos eventos coincidieron en tiempo, pero no están relacionados. Este hecho fue determinado con base a una serie de estudios de órbitas y químicos presentes en ambos cuerpos.

La experiencia de febrero de 2013 no suena muy reconfortante, pero hay que tomar en cuenta un par de cosas. Primero, el asteroide “Duende” era de mayor tamaño y representaba un mayor peligro, por lo que ya estaba identificado y catalogado en un programa de la NASA llamado SENTRY. En este programa, están catalogados los objetos que tienen probabilidad de chocar con la Tierra. El segundo punto es que el asteroide de Chelyabinsk se aproximó a la tierra en una dirección de 15 ° con respecto al sol, una región en la cual los telescopios detectores de asteroides son incapaces de ver.

Fragmento recuperado del meteorito que cayó en Chelyabinsk. (Créditos: Qingzhu Yin, Univ. California-Davis)

El catálogo de SENTRY tiene catalogados objetos llamados NEO (Near Earth Orbit), los cuales tienen órbitas que pasan cerca de la tierra. Sin embargo, solo una parte de ellos son considerados PHA (Potentially Hazardous Asteroid), es decir que tienen el potencial de ser peligrosos para la Tierra. El registro no está completo ya que los asteroides más pequeños son más difíciles de detectar.

Se conoce alrededor del 90% de cuerpos mayores a 1 kilómetro de tamaño y se busca llegar al mismo valor de aquellos que sean mayor a 140 metros. Los asteroides más pequeños son analizados, pero en su mayor parte solo pueden ser analizados si reflejan la suficiente luz y pasan a una distancia que podamos verlos. Así que, solo es cuestión de tiempo para poderlos encontrar a casi todos.

Por el momento, conocemos un posible impacto con un asteroide mayor a 1 km {29075 (1950 DA)}. Es considerado que este puede impactar hasta el año 2880. También conocemos  47 posibles impactos que corresponden a la familia de 100 metros, los cuales tienen una baja probabilidad de caer en algún momento de los siguientes 2 siglos. Es como si la Tierra entrara a la Lotería planetaria que tendrá lugar en algún momento de los próximos 2 siglos y solo tiene uno de los 1,000,000 boletos repartidos.

Mientras que los meteoros de 1 km o más son cataclísmicos, los demás son considerados peligrosos en caso de caer en regiones pobladas. Aún así, podemos estar tranquilos porque a lo largo de la historia moderna se ha observado que la frecuencia de impactos de este último tipo de meteoros es baja. Para dar una referencia, consideremos que el último registro de un suceso como el de Chelyabinsk fue el 30 de Junio de 1908 en Tunguska, Siberia. En este caso, un meteoro de 36 metros de diámetro cruzó el cielo y creó un cráter en un bosque. A pesar de su energía equivalente a 186 bombas atómicas, el sitio de impacto se encontraba fuera de zonas pobladas y no hubo heridos ni defunciones.

Aún si fuera a caer un nuevo meteoro en el próximo siglo, solo el 10% de la Tierra corresponde a áreas pobladas y sólo el 30% de la superficie terrestre es tierra firme. Por lo tanto solo tiene un 3% de probabilidad de caer en un lugar con gente.

En la actualidad hay bajas probabilidades de que ocurra un impacto cataclísmico debido a un meteorito. Pero hace 3.9 miles de millones de años, las colisiones por parte de objetos masivos era común. Esto lo sabemos en gran parte por los cráteres, correspondientes a la época, que aún se encuentran en la superficie terrestre. Es por esto que suena plausible la teoría de la extinción de los dinosaurios hace 35 millones de años a causa de un asteroide cataclísmico que cayó en la actual península de Yucatán.

Las probabilidades están a nuestro favor. Por un lado, un meteoro cataclísmico es muy pero, muy poco probable. En adición, podemos confiar que la información que recolectamos de los meteoroides es cada vez más completa y capaz de pronosticar posibles peligros. Tal vez en algún futuro cosas como el meteoro de Chelyabinsk sean completamente predecibles y lleguemos a evitar un desastre.

Hoy en día, los astrónomos buscan objetos pequeños en nuestro espacio cercano. A la par, todos podemos participar en el proceso de detección por medio de una aplicación llamada “Cazasteroides”. Su funcionamiento se asemeja al juego popular “¿Dónde está Wally?”. Tienes una serie de imágenes en tiempos distintos del cielo nocturno y tienes que encontrar las luces que se muevan como un asteroide. Igual que en el juego de Wally, hay muchas luces que pueden parecer asteroides sin serlo, pero las instrucciones del juego te van guiando. Cada imagen te va dando puntos que califican tu nivel de cazasteroides.

Los científicos espaciales alrededor del mundo trabajan para llevar a cabo estrategias para desviar meteoroides que puedan causar un gran riesgo. Para aquellos meteoros más pequeños que no se vayan a desviar, se propone el uso de estrategias de evacuación. De esta manera, estaremos preparados en caso que encontremos una posible colisión. Como conclusión, podrás disfrutar apaciblemente las siguientes lluvias de estrellas, no necesitarás de un paraguas.

Escrito por: Spacelander
Foto de portada: Una composición que permite apreciar la lluvia de meteoros llamada ‘Las Perseidas’. Imágenes capturadas en el desierto de Mojave (Créditos: Jeff Sullivan Photography)

Fuentes

Meteoroides, meteoros y meteoritos
National Geographic en español, 5 de Junio del 2013
https://www.nationalgeographic.es/espacio/meteoroides-meteoros-y-meteoritos

The Probability of Collisions with Earth, NASA
https://www2.jpl.nasa.gov/sl9/back2.html

Chelyabinsk meteor wake up call for earth
Elizabeth Howell, Space website, 9 de enero del 2019
https://www.space.com/33623-chelyabinsk-meteor-wake-up-call-for-earth.html

Additional Details on the Large Fireball Event over Russia on Feb. 15, 2013
Don Yeomans and Paul Chodas, NASA – CENEOS, 1ero de Marzo del 2013
https://cneos.jpl.nasa.gov/news/fireball_130301.html

Sentry: Earth Impact Monitoring, NASA – CENEOS
https://cneos.jpl.nasa.gov/sentry/intro.html

Near Earth Asteroids (NEAs)
International Astronómical Union, 7 de Octubre del 2013
https://www.iau.org/public/themes/neo/nea2/

Asteroid Impacts: 10 Biggest Known Hits
Brett Line, National Geographic News, Febrero 15 del 2013
https://www.nationalgeographic.com/news/2013/2/130214-biggest-asteroid-impacts-meteorites-space-2012da14/

New Map Shows Frequency of Small Asteroid Impacts, Provides Clues on Larger Asteroid Population, NASA, November 14, 2014
https://www.jpl.nasa.gov/news/news.php?feature=4380

Cazasteroides, Universidad Politécnica de Madrid
https://cazasteroides.org/es

Harris A. W., Boslough M., Chapman C. R., Drube L., Michel P., and Harris A. W. (2015) Asteroid impacts and modern civilization:  Can we prevent a catastrophe? In Asteroids IV (P. Michel et al., eds.), pp. 835–854. Univ. of Arizona, Tucson, DOI: 10.2458/azu_uapress_9780816532131-ch042.